El derecho a decidir
Para cuidar bien es imprescindible partir del respeto a la dignidad de las personas mayores, reconocerlas en sus derechos y considerar sus preferencias, sus decisiones y su intimidad. La gran mayoría de las personas mayores, aunque tengan limitaciones físicas o sensoriales o dependan de otros para su cuidado, son capaces de tomar decisiones sobre todo aquello que afecta a sus vidas. No se debe confundir la incapacidad para hacer cosas de la persona mayor dependiente con la incapacidad para tomar decisiones. De aquí se desprende el principio de “Autonomía”, que es el derecho que tienen las personas a decidir lo que ellos entienden por «sus intereses», y a participar en las decisiones que les atañen.
El anciano dependiente tiene derecho a ser informado por el médico o por la persona responsable de su cuidado, de cualquier diagnóstico, medidas médicas o de enfermería que van a ser llevadas a cabo, de tal forma que pueda decidir con plena libertad.
La información debe ser proporcionada de forma adecuada:
En forma objetiva y sin sesgos o manipulaciones
Con lenguaje comprensible, adecuado a las limitaciones que pudiera tener la persona como por ejemplo en la comprensión o en la audición.
Deben explicarse los beneficios y los riesgos de cada alternativa. Si es posible y si el anciano está de acuerdo, su persona de confianza u otra persona cercana a él también debe ser informada, para apoyar al paciente en las decisiones.
Si el anciano no tiene capacidad de decisión, será su persona de confianza o su representante legal el que reciba esta información, pero siempre hay que procurar animarle a participar en la toma de decisiones diarias y facilitar su participación.
En el ámbito sanitario los profesionales pueden llevar a cabo una medida particular sólo con el permiso dado libremente por el anciano, quien ha sido totalmente informado y es capaz de decidir. Si un anciano que es capaz de decidir rechaza las medidas sugeridas, después de haber sido informado de éstas y de las posibles consecuencias del rechazo, el médico y el personal de enfermería deben respetar su decisión. Si en opinión del profesional responsable esta decisión de rechazo no va en interés del anciano, buscará otro
tratamiento posible.
En la vida cotidiana usted puede motivar su compromiso y toma de decisiones con cuestiones como sus preferencias de comida, horarios, ropa que desea ponerse, cambios en la habitación, salidas, etc.